En La herencia del Frío, la primera novela de la trilogía Las series de Muna, se hace una reflexión alegórica entre la luz y la oscuridad. Es una narración de corte fantástico en donde se refleja la gran imaginación y el dominio que la autora ejerce sobre la pluma a pesar de su juventud. Muna y Crota son reinos antagónicos enemistados desde tiempos inmemorables. El Río es la frontera divisora que los aparta y los aleja: la otredad que los distingue. Crota es la tierra estéril desterrada de la luz comandada por el señor Frío, Cumerio. Son tierras oprimidas que enmarcan la carencia de afabilidad, compasión y cercanía. Bajo su gélido yugo, los habitantes se resignan a estar sometidos al servicio de su señor. La conciencia perturbada de Cumerio rige sus tierras basándose en la soberbia y el egoísmo. Repudia la Luz y se alimenta de los lamentos de sus esclavos en la oscuridad absoluta. Su brutalidad alcanza a Ciluana, su esposa, Roana y Llana, sus hijas y se recrudece con Idenaro, su único hijo varón y heredero legítimo. Esta indeleble crueldad parece suavizarse únicamente con Lorena, su hija primogénita en quien ve reflejados todos sus anhelos.
Idenaro, a pesar de pertenecer al linaje del Frío, es un estigma vergonzoso para su familia, y especialmente para su padre, quien le guarda recelo y cierto temor. La excusa de Cumerio es que Idenaro se le rebela, llamándolo desalmado y loco. Sin embargo, el verdadero y más entrañable miedo del señor Frío es la luminosidad que su hijo emana: tan similar a la de Muna.
La Brujas del Oráculo conocen los deseos de Idenaro y están dispuestas a ayudarlo a conseguir su cometido. Sin embargo, el ingenuo heredero, no conoce de los peligros de tratar con ellas y el futuro. Tendrá que pagar el precio por pisar las tierras de Muna.
En La herencia del Frío, la primera novela de la trilogía Las series de Muna, se hace una reflexión alegórica entre la luz y la oscuridad. Es una narración de corte fantástico en donde se refleja la gran imaginación y el dominio que la autora ejerce sobre la pluma a pesar de su juventud. Muna y Crota son reinos antagónicos enemistados desde tiempos inmemorables. El Río es la frontera divisora que los aparta y los aleja: la otredad que los distingue. Crota es la tierra estéril desterrada de la luz comandada por el señor Frío, Cumerio. Son tierras oprimidas que enmarcan la carencia de afabilidad, compasión y cercanía. Bajo su gélido yugo, los habitantes se resignan a estar sometidos al servicio de su señor. La conciencia perturbada de Cumerio rige sus tierras basándose en la soberbia y el egoísmo. Repudia la Luz y se alimenta de los lamentos de sus esclavos en la oscuridad absoluta. Su brutalidad alcanza a Ciluana, su esposa, Roana y Llana, sus hijas y se recrudece con Idenaro, su único hijo varón y heredero legítimo. Esta indeleble crueldad parece suavizarse únicamente con Lorena, su hija primogénita en quien ve reflejados todos sus anhelos.
Idenaro, a pesar de pertenecer al linaje del Frío, es un estigma vergonzoso para su familia, y especialmente para su padre, quien le guarda recelo y cierto temor. La excusa de Cumerio es que Idenaro se le rebela, llamándolo desalmado y loco. Sin embargo, el verdadero y más entrañable miedo del señor Frío es la luminosidad que su hijo emana: tan similar a la de Muna.
La Brujas del Oráculo conocen los deseos de Idenaro y están dispuestas a ayudarlo a conseguir su cometido. Sin embargo, el ingenuo heredero, no conoce de los peligros de tratar con ellas y el futuro. Tendrá que pagar el precio por pisar las tierras de Muna.